¿Cómo debe ser una buena escuela? En esta conversación entre Carlo Crosato y el pedagogo Massimo Baldacci, profesor de Pedagogía General en la Universidad Carlo Bo de Urbino, se aborda la cuestión de cómo formar hábitos mentales de carácter crítico que vayan de la mano de una actitud científica y de la adopción de un espíritu democrático.
Veamos un resumen de la conversación:
Se habla mucho de la importancia, para nuestros tiempos, de la formación en pensamiento crítico. Y hay quienes empiezan a diseñar cursos dedicados a la materia. Pero, ¿es el pensamiento crítico una asignatura? ¿Es algo que se puede enseñar a través de la ilustración de modelos de pensamiento?
Si consideramos algunos modelos de pensamiento, podemos darnos cuenta, en primer lugart, de cómo encerrar el pensamiento crítico en los confines de un modelo de aplicación es limitante. Primero, porque cada modelo tiene sus propios límites; pero también porque el pensamiento crítico es un pensamiento en cierto sentido libre: atarlo a un algoritmo preciso sería decididamente contradictorio. […]
Así pues, la esperanza de organizar el pensamiento crítico, y por tanto su enseñanza, en torno al centro de un único paradigma operativo debe quedar truncada. ¿Cuáles son las perspectivas que nos permiten salir de este problema?
Creo que este debate ha dado un paso muy interesante con el concepto, planteado en particular por Brandom, del espacio de razones: lo que importa es que una afirmación se sitúe dentro de un espacio de razones, dentro del cual es posible cribar tanto las autorizaciones de esa afirmación como las consecuencias y compromisos a los que esa afirmación da lugar. Y esta posición me parece interesante, porque permite dilatar la acción del pensamiento crítico, dejando claro cómo éste no puede cerrarse en un único modelo. Entramos así en una dimensión que me gusta llamar “pan-crítica”, en la que es perceptible la contradicción de pretender asumir como fundamento de la educación del pensamiento crítico un modelo particular y determinado, un protocolo o un algoritmo, como si fuera posible identificar una serie de pasos lógicos a enseñar a quienes quieren aprender el uso del pensamiento crítico. Esa sería una mala solución para la educación del pensamiento crítico. [..]
Habría que pensar en todo un contexto escolar impregnado del espíritu del pensamiento crítico.
Un importante pedagogo, Lamberto Borghi, hablaba de la escuela como una comunidad de libres escépticos. Creo que esta es la pauta a la que debemos dar fuerza todavía hoy: cultivar la escuela como una comunidad de libres escépticos, donde haya un espíritu de discusión libre, abierto, tolerante y rico en todas las cuestiones. También se puede imaginar qué estrategia formativa -y hay varias- es la más deseable, pero lo importante es que cada una de estas estrategias sólo encuentra su propio sentido manteniendo como fondo este contexto de espíritu crítico y este proceso de formación del espíritu crítico de forma indirecta. Una comunidad de personas libres es una comunidad democrática: Creo que esto de la escuela como comunidad democrática es el verdadero terreno fértil en el que pueden madurar nuestros proyectos. [..]
¿No existe algún peligro en la difusión de la duda horizontal y universal? ¿No deberíamos poner barreras, al menos en las primeras etapas, para que el pensamiento crítico no se convierta en un escepticismo tan arbitrario como superficial?
En efecto. Con Kant, pero también con Antonio Banfi, hay que admitir que una de las prerrogativas del pensamiento crítico es cuestionar sistemáticamente incluso a sí mismo. Por lo tanto, para un pensamiento pedagógico problemático, es necesario cuestionar también la educación al pensamiento crítico. En este sentido, se ha observado, por ejemplo, que hay condiciones de posibilidad de la educación al pensamiento crítico, que no podemos considerar automáticamente existentes. En particular, es indudablemente necesario que el sujeto de la educación, el alumno, haya alcanzado la maduración de un cierto nivel de recursos racionales. [..]
Esto repercutirá en la vida de la comunidad en la que el alumno vivirá.
Los hábitos mentales de carácter crítico van de la mano de una actitud científica, que es un componente indispensable del espíritu democrático: una escuela que forma una actitud crítica es una escuela que forma una actitud democrática. Formar el espíritu crítico y formar el espíritu democrático deben ser dos caras de la misma moneda: una escuela que es una comunidad democrática y una comunidad de dudosos libres me parece realmente la buena escuela. [..]
Fuente: https://www.edscuola.eu/wordpress/?p=114433